10 reglas para no abandonar tu proyecto SaaS después de años intentándolo
Llevo más de una década programando proyectos propios. He lanzado decenas de MVPs, he construido sistemas completos desde cero y he visto cómo algunos proyectos florecían mientras otros se quedaban en el limbo del "algún día lo retomo".
¿Mi secreto? No hay magia. Solo reglas que me han salvado del síndrome del proyecto abandonado.
Porque seamos honestos: empezar un proyecto SaaS es relativamente fácil cuando dominas el stack. Lo jodido es no tirar la toalla cuando los usuarios no llegan, cuando el código se vuelve legacy o cuando aparece la siguiente idea brillante.
Hoy te comparto mis 10 reglas de oro para que tu próximo proyecto no acabe siendo otra carpeta polvorienta en tu repositorio de GitHub.
Es ideal para ti si tienes varios proyectos a medias y no sabes cuál priorizar, ya lanzaste algo pero sientes que es una carga mantenerlo, o abandonaste proyectos y buscas motivación para no repetir el patrón.
Vamos con estas reglas:
1. Define el propósito desde el código
¿Qué quieres conseguir con este proyecto? ¿Generar ingresos pasivos? ¿Aprender una nueva tecnología? ¿Resolver un problema real? ¿Construir tu portafolio?
Me encuentro con muchos developers que empiezan proyectos por el simple placer de programar y no tienen claro el objetivo final. No digo que esté mal experimentar, pero si no tienes un propósito definido es más fácil que abandones cuando el proyecto no evoluciona como esperabas.
La clave está en ser honesto contigo mismo desde el primer commit. Si tu objetivo es aprender GraphQL, acepta que la monetización es secundaria. Si buscas ingresos, no te distraigas probando la última librería de moda solo porque está trending en GitHub.
2. Elige un scope que encaje con tu tiempo real
El síndrome del "voy a construir el próximo Slack" está muy extendido entre nosotros. Todos hemos estado ahí: diseñando arquitecturas complejas para aplicaciones que requieren equipos de cientos de desarrolladores.
Ajusta el alcance del proyecto a tu tiempo disponible, a tu stack actual y, sobre todo, a lo que realmente puedes mantener a largo plazo. Mejor un proyecto pequeño y funcional que una aplicación mastodóntica a medias.
Una buena regla es pensar en el MVP más pequeño posible que resuelva el 80% del problema. Si trabajas con Drupal, por ejemplo, aprovecha todo el ecosistema de módulos existente en lugar de reinventar la rueda. Tu tiempo es limitado, úsalo donde realmente aportes valor.
3. El stack perfecto no existe
Ni siquiera Drupal 10 lo es, y mira que me gusta.
No caigas en la parálisis tecnológica buscando el framework que mejor se adapte a tu idea. Todas las tecnologías tienen sus pros y contras. React está genial para interfaces dinámicas, pero puede ser overkill para proyectos simples. Laravel acelera el desarrollo backend, pero si vienes de Symfony puede frenarte al principio.
La tecnología perfecta es la que ya dominas. Si tienes años de experiencia con un stack específico, aprovéchalo. Ya habrá tiempo de refactorizar cuando el proyecto tenga tracción y justifique la inversión de tiempo en migrar.
4. No dramatices los fallos
Es inevitable: cada funcionalidad que lanzas puede traer bugs o no ser adoptada por los usuarios. No es personal, solo feedback del mercado.
Tal vez esa feature no resuelve el problema real o simplemente los usuarios necesitan tiempo para adoptarla. Como desarrolladores, tendemos a enamorarnos de nuestras soluciones técnicas elegantes, pero el mercado no siempre aprecia la belleza del código.
Implementa métricas desde el principio para entender qué funciona y qué no, y no tengas miedo de matar features que no aportan valor.
5. Tómate descansos del proyecto
Mantener el momentum es importante, pero también lo es escuchar a tu mente cuando está saturada.
En estos años he pausado proyectos varias veces. Unas por trabajo, otras por burnout y algunas simplemente porque necesitaba perspectiva. ¿Y sabes qué? Siempre he vuelto con más claridad sobre qué dirección tomar.
La clave es no culparte por parar, sino usar ese tiempo para ver el proyecto desde fuera. A veces, esas semanas alejado del código te dan la perspectiva que necesitas para simplificar la arquitectura o darte cuenta de que estás resolviendo el problema equivocado.
6. Si no promocionas, no verás usuarios
Es así de simple. El mejor código del mundo no sirve de nada si nadie lo conoce.
No puedes pretender que el proyecto crezca orgánicamente si no inviertes tiempo en darlo a conocer. Esto incluye compartir el proceso en redes sociales, buscar early adopters en comunidades relevantes, invertir tiempo en SEO o marketing de contenidos, y mostrar demos en eventos o meetups.
Como desarrolladores, tendemos a subestimar esta parte, pero es igual de importante que el código. Dedica al menos un 30% de tu tiempo de proyecto a marketing y outreach. Si te cuesta, empieza pequeño: comparte screenshots del progreso, escribe sobre problemas técnicos que has resuelto, o participa en comunidades donde está tu audiencia potencial.
7. Muestra el proceso, no solo el resultado
Los desarrolladores tendemos a enseñar solo el producto final pulido. Error.
Por experiencia propia, cuanto más natural eres mostrando el proceso, los errores de deployment, las decisiones técnicas complicadas y también los pequeños wins, más conectas con otros developers y potenciales usuarios.
La gente compra historias, no solo funcionalidades. Comparte cómo resolviste ese problema de performance, por qué elegiste una arquitectura específica, o incluso cómo te las arreglaste con el hosting cuando el presupuesto era ajustado. Esa transparencia genera más engagement que el marketing pulido.
8. No te compares con unicornios
Siempre habrá alguien que programa mejor, tiene más usuarios o parece que escala sin esfuerzo. Es normal compararse, pero intenta inspirarte en lugar de intimidarte.
Esas aplicaciones exitosas también empezaron con un MVP cutre y tuvieron años de evolución que no vemos. Nunca conocemos la historia completa de los casos de éxito: cuántas noches sin dormir, cuántos refactors completos, cuántos pivots desesperados.
Muchos de esos proyectos que parecen tenerlo todo bajo control también han tenido momentos de querer tirar la toalla. La diferencia es que siguieron iterando cuando otros abandonaron.
9. Relájate con la perfección
No necesitas que cada release sea revolucionario. A veces, un fix de bugs y mejoras menores son suficientes.
Si un día sientes bloqueo técnico, cierra el IDE, sal a caminar, lee documentación de otra cosa y te aseguro que la solución aparecerá. Algunas de mis mejores ideas nacieron en momentos en los que simplemente me relajé y programé sin presión.
La perfección es enemiga del progreso. Es mejor tener una funcionalidad al 80% en producción que una al 99% en desarrollo. Los usuarios reales te darán feedback más valioso que cualquier revisión de código interna.
10. Disfruta programando
El último y más importante. Pásalo bien en el proceso, aprende algo en cada sprint y recuerda por qué empezaste a programar.
Si desarrollas con desgana, eso se refleja en el código y en el producto final. El burnout en proyectos personales es real y más común de lo que parece, porque no tienes la presión externa que te obliga a seguir, pero tampoco la motivación económica inmediata.
Así que relájate, programa y disfruta del proceso. Al final, la diferencia entre un proyecto abandonado y uno exitoso no está solo en la idea o la tecnología, sino en la consistencia y la perspectiva a largo plazo.
La realidad detrás del código: más allá de la monetización
Después de años desarrollando proyectos propios, he llegado a una conclusión: conseguir que la gente pague por tus servicios es jodidamente difícil.
Si tu objetivo principal es monetizar, prepárate para una montaña rusa emocional. Pero aquí viene el plot twist: si tu proyecto tiene otros propósitos como aprender, hacer portfolio o experimentar, la monetización pasa a segundo plano y el proyecto se vuelve más sostenible psicológicamente.
En mi caso, cada proyecto personal me sirve como laboratorio de pruebas. Implemento técnicas que no he usado con clientes o que solo he tocado superficialmente. Esto me permite llegar a proyectos comerciales con experiencia real, no solo conocimiento teórico.
Más de una vez me han contratado específicamente porque tenía un proyecto en producción donde había aplicado esa tecnología o resuelto ese problema concreto. Los clientes valoran mucho que tengas experiencia práctica, no solo que hayas leído la documentación.
Por eso siempre intento usar Drupal en mis proyectos personales. Al ser mi tecnología principal, cada línea de código que escribo suma a mi expertise y portfolio. Incluso he publicado varios módulos en la comunidad que nacieron de necesidades reales en mis proyectos.
Pero seamos honestos, la parte técnica es lo fácil para nosotros. Montar la arquitectura, resolver problemas de rendimiento, crear interfaces funcionales, integrar APIs complejas... eso lo tenemos controlado.
Lo que nos mata es todo lo demás: entender realmente qué necesita el usuario, cómo comunicar el valor del producto, cómo llegar a la audiencia correcta, cómo poner un precio correcto, cómo manejar el soporte al cliente. Básicamente, todo lo que no es código.
Tenemos ideas geniales y las programamos de manera elegante, pero fallamos en el product thinking y el marketing. Es el clásico problema del developer: construimos soluciones perfectas para problemas que tal vez no existen o que no sabemos explicar de forma que resuene con el usuario final.
Al final, aceptar esta realidad me ha quitado mucha presión y me ha permitido enfocar mis proyectos de manera más estratégica. Ahora mis proyectos tienen valor independientemente de si generan ingresos, porque siempre me aportan conocimiento, portfolio y credibilidad profesional.
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